Vivir el futbol como aficionado es un acto emocional, sin embargo una vez pasada la vivencia de los 90 minutos podemos apostar por la racionalidad para comprender qué ha sucedido. Eso pretende esta columna, dejar la emocionalidad en el tiempo que dura un partido y dar paso a un ejercicio analítico más serio, o por lo menos mesurado.

El nuevo proyecto con Iván Alonso y Martín Anselmi al mando ha tenido su primer tropiezo ante Pachuca, que si bien es solo eso, un tropiezo, llegó de la peor forma posible. La derrota del sábado, ambientada en un emotivo retorno al estadio Azul, es más cruel de lo esperado porque, como cita el enunciado conocido como ley de Murphy: «si algo puede pasar, va a pasar». ¿Y qué fue lo que aconteció antier? Fallaron los que serían más criticados si eso ocurría.

El nombre más relevante empapado por el infortunio es Gonzalo Piovi. En todo el barullo por la marcha de Juan Escobar se ha injustamente señalado al argentino como el ocupante del sitio en cancha del capitán, no obstante la evidencia indica que el ex Racing llegó a jugar por la parte izquierda de la defensa, lugar que el paraguayo nunca ocupó desde que está en México. Un pase mal dado del central zurdo terminó en los botines de Salomón Rondón y posteriormente el venezolano mandó el balón a la red para dar el triunfo a Pachuca. A partir de ahí se empezó a legitimar un relato incorrecto que lo va a perseguir por algunas semanas, que es un mal futbolista y le está quitando el lugar que le corresponde a Escobar. No había, hasta ese instante, dado un mal juego Piovi como para ser castigado de esa manera, los abucheos del estadio después de su pifia resultan excesivos.

El segundo involucrado en esta catarata de infortunio es Gabriel Fernández, el Toro había marcado un par de goles en la misma cantidad de juegos de pretemporada, venía enrachado pero no pudo anotar al primer desafío serio como jugador azul. Antes del medio tiempo tuvo en sus pies la oportunidad de realizar un disparo muy cerca de la línea de gol que sin embargo fue a las tribunas. Cada jugada de ese estilo que no acabe en la red se tornará un rosario de criticas y la presión aumentará dada la cantidad de dinero invertida para sacarlo del Pedregal y llevarlo a La Noria.

Martín Anselmi también está salpicado de la ley de Murphy. Un entrenador joven, triunfador y valiente es visto como el villano del momento ante la partida de Escobar. Ya sea que  su versión o la trascendida en la prensa sean las que se apeguen a lo que en realidad sucedió, el DT tiene la razón de su lado, sin embargo la emocionalidad de la afición lo castigará mientras los resultados no lleguen, no importa que juegue su equipo de forma intensa y con valentía como el sábado. Después del escándalo del capitán paraguayo solo una victoria podía calmar las aguas y ocurrió todo lo contrario, una derrota con los nuevos actores como principales responsables a los ojos del aficionado.

Mención aparte a Iván Alonso, quien muy seguramente quería un triunfo ante Pachuca después de la forma en cómo salió del club de Hidalgo y el alboroto mediático que los dirigentes de ese club generaron al pretender exponer el por qué el uruguayo fue cesado (aunque no dijeron nada en sí).

Repito, hagamos uso de la racionalidad, recordemos cómo inició en Torreón hace 3 años el ciclo de Juan Reynoso y cuál fue su desenlace una noche de finales de mayo en aquel 2021. En contraparte, el proyecto de Diego Aguirre inició con una victoria en San Nicolás de los Garza y finalizó de forma catastrófica, aunque eso sí, no toda la responsabilidad era suya (saludos Jaime Ordiales).

En fin, el sábado todo lo que podía salir mal, salió mal. En estos momentos lo más sensato es seguir el eslogan de los Sixers de Filadelfia… Trust the Process.