2022 fue un año complicado en Cruz Azul, lo rescatable que dejó se cuenta con una sola mano. Este 2023 parece será semejante a su predecesor, en La Noria cualquier cosa que no sea una debacle de proporciones bíblicas puede ser ganancia dadas las circunstancias del club desde la marcha de Álvaro Dávila.

Una nefasta gestión de Jaime Ordiales condujo a un golpe brutal aquella noche de agosto de la que es conveniente no acordarse. Raúl Gutiérrez logró sacar a flote el barco e hizo parecer que lo muy malo en Cruz Azul en realidad no lo era tanto. Ahora un hombre de casa, Óscar Pérez, tiene que mantener en la superficie una nave cuyo capitán puede tener buenas intenciones pero no sabe qué carajo hacer, Víctor Manuel Velázquez.

El arribo temprano de algunos refuerzos, concretamente Ramiro Carrera y Augusto Lotti, hacía pensar que la administración se encaminaba lejos de la incompetencia del ordialismo, sin embargo ya quedó claro en las primeras semanas de este 2023 que las prácticas son similares aunque con actores diferentes: problemas para recibir los pases internacionales de nuevos futbolistas con tiempo adecuado,  refuerzos incorporados con el torneo ya en juego e incertidumbre sobre la renovación de elementos que están por concluir su contrato.

Las dos primeras fechas del campeonato en marcha no han dejado los resultados esperados pero el equipo, aunque tampoco se ha visto incapaz de hacer frente a sus rivales. Con el plantel en apariencia ya cerrado empieza el juicio semanal a la gestión de Raúl Gutiérrez como DT y en específico al Conejo como Director Deportivo.

Al Potro le sirven como antecedentes positivos el haber levantado un plantel anímicamente hecho trizas, llevarlos a liguilla y posteriormente ganar un torneo de pretemporada. Por su parte Óscar Pérez tendrá a partir de hoy que gestionar incorporaciones, salidas, renovaciones y habrá de presentar resultados absolutamente distintos a los de Ordiales para que su trabajo sea calificado como positivo.

El asunto de Julio César Domínguez se suma a esta marea de malas noticias producto de dirigentes ineptos. El pésimo manejo de comunicación a cargo de Carlos Córdova es solo una muestra de las timoratas medidas correctivas contra un profesional poco inteligente, nulamente empático y nada responsable que hizo apología del sicariato en una fiesta infantil.

El manejo institucional hecho sobre el escándalo del Cata demuestra que este club no solo es endeble dirigencialmente en lo relativo al terreno de juego, sino que todo está oxidado y en riesgo de derrumbarse si es manejado por Velázquez y sus subordinados.

Por lo pronto Cruz Azul requiere ganar en Aguascalientes para equilibrar las sensaciones de este principio de torneo, de lo contrario empezarán a caer dardos sobre Cuerpo Técnico y Dirección Deportiva. Hay bajas por lesión en el plantel que son sensibles, en concreto la de Gonzalo Carneiro, sin embargo no será excusa para no hacer un buen partido en cancha del Necaxa. El día de hoy se puede enderezar la nave o empezar a hacer agua en lo que se convertiría en un naufragio con pintas de catastrófico.