A unas horas de que la Selección Mexicana de Futbol debute en Catar 2022, y después de analizar a sus tres rivales en la fase de grupos, corresponde articular cuál puede ser la participación del Tri en esta Copa del Mundo.

Cuando Gerardo Martino fue designado DT nacional, escribí al respecto defendiendo esa decisión del chauvinismo enfermo de personajes como Hugo Sánchez. No obstante, el último año y medio ha sido difícil para el entrenador rosarino. Al igual que en la gestión de Juan Carlos Osorio, al Tata prensa y afición le critican y reprochan el juego poco brillante del equipo tricolor en suma del no haber obtenido el título tanto en Concacaf Nations League como en Copa Oro.

A diferencia del colombiano, al argentino se le agrega la brutal crítica hacia su decisión de conformar al equipo que viajó a Catar con jugadores que no han demostrado en fechas recientes su mejor rendimiento y otros que no están en las condiciones físicas óptimas para afrontar la competencia de un Mundial.

El futbol, más aún al máximo nivel, es una actividad física intensa y si deportistas como Raúl Jiménez no se presentan en las más adecuadas condiciones se ve poco factible que puedan tener un rendimiento a favor, sin embargo el entrenador ha hecho su diagnóstico y optado por el delantero del Wolverhampton o por un Rogelio Funes Mori que no  ha sobresalido como delantero en los últimos meses, en parte por el aspecto físico.

Veo a esta selección endeble en defensa en comparación con aquellas que fueron a Sudáfrica, Brasil y Rusia; sobretodo porque en esta ocasión los centrales, salvo Johan Vázquez quien es suplente, juegan en la Liga MX y si algo hizo fuerte al Tri fue disponer de defensas con competencia europea constante.

Por otra parte, la experiencia de Gerardo Martino juega a favor. Ya dirigió un mundial, llegó a cuartos y estuvo cerca de las semifinales con Paraguay en 2010, por lo que su experiencia puede resultar benéfica a pesar de las poco entendibles convocatorias y los aún menos convincentes resultados.

Los partidos de preparación previos no han dejado sensaciones positivas sobre el rendimiento de la selección mexicana, los resultados son también negativos salvo el del partido amistoso vs Iraq. Hasta este momento, parece que todo apunta a que el equipo tricolor naufrague en fase de grupos.

Desde 1994 a la fecha la historia es más o menos la misma, la selección se encuentra en un grupo donde nunca es la más fuerte y casi siempre es la tercera en orden de potencial, sin embargo ha sabido solventar la escala de la primera fase con consistencia sin olvidar algunas dosis de fortuna.

Previo a Francia 1998 malos resultados antecedían el debut ante Corea del Sur el 13 de junio de aquel año en el estadio Gerland de Lyon. La anécdota marca que la escuadra de Manuel Lapuente estuvo cerca de llegar a cuartos de final y tuvo que caer ante la vigente campeona de Europa para evitar ese cometido.

Veinte años después, en Rusia, el equipo de Juan Carlos Osorio llegó a Moscú con la pesada loza de haber sido goleado por Alemania un año antes en Copa Confederaciones y ante la campeona del mundo obtuvo uno de los mejores resultados de su historia.

Esos dos escenarios se asemejan a lo que se le viene a la selección mexicana, que ya ha derrotado a selecciones al nivel de la Polonia de hoy (Irlanda, 1994; Croacia, 2002 y 2014) y le ha plantado cara a rivales a priori tan superiores como Argentina (Italia, 1994 y 2002; Países Bajos, 1998; Francia, 2010; Brasil, 2014; Alemania, 2018), aunque también se ha atascado con equipos hipotéticamente accesibles como Arabia Saudita (Angola, 2006).

A diferencia de la selección polaca, la mexicana tiende a motivarse y sacar lo mejor de sí en los grandes escenarios. Si las aspiraciones tricolores pasan por lo que se pueda obtener el primer partido, entonces los antecedentes históricos de ambos equipos juegan a favor del equipo de Gerardo Martino. La selección mexicana no pierde en un debut mundialista desde 1994, en tanto Polonia ha perdido en su primer encuentro en cada una de sus participaciones del siglo XXI y no lo gana desde 1974.

La historia y las hazañas del pasado no juegan en la cancha, pero si indican patrones que pueden ayudar a comprender desempeños y hacer proyecciones, no pretendo decir con esto que la Selección Mexicana calificará a octavos de final como ha sucedido en los más recientes 28 años, pero si puedo establecer que este escenario ya se ha presentado en ocasiones anteriores y la fase de grupos no fue el fin del camino.

Quizás sea conveniente que la selección sea eliminada después de tres partidos, y lo sería aún más el no calificar para sacudir las estructuras de poder que rigen al futbol mexicano sin visión deportiva y social responsable, pero eso será asunto a tratar en otra ocasión.