No he tomado la pluma ni el papel para escribir esta columna en varias semanas (todo lo que escribo lo aterrizo primero en hojas con pluma fuente) ya que, para ser honesto, no sé qué pasa con Cruz Azul a nivel administrativo, no me lo imagino, y lo acontecido vs Pachuca y Atlas sobre el césped no requiere de mayor análisis o explicación.
Ante los Tuzos el equipo no metió las manos y fue hasta previsible que te zarandearan de la forma en que lo hicieron aquel sábado en el Azteca. El subcampeón con casi su plantilla completa, que juega de memoria y con la vitalidad que le inyectan los jóvenes que visten esa camiseta es un huracán cuando se lo propone y enfrentó a un equipo que no ha sido capaz siquiera de finalizar las contrataciones pertinentes para este mercado de transferencias.
Contra Atlas la expulsión de Rotondi modificó por completo y para mal las circunstancias del partido. Cruz Azul se defendió hasta donde sus recursos le permitieron a Diego Aguirre en el que mantengo una confianza plena, no nada más por ser el DT de mi equipo, por identificarse con Peñarol o porque tenga yo admiración por el pueblo y la cultura de Uruguay (sí, soy uruguayófilo) sino porque a pesar de esa inmerecida tarjeta roja, La Fiera intentó fortalecerse en defensa sin replegarse.
He de suponer que Juan Reynoso habria sido más defensivo aún y hubiera intentado encerrar al equipo para que no le metieran más goles, Aguirre en cambio buscó ser más punzocortante al contraataque y previo a la anotación de Márquez que representó el 2-1 de ese momento, Cruz Azul estuvo cerca de dañar al equipo de Jalisco.
El propio Aguirre poco puede hacer si Jaime Ordiales no cumple contratando a los futbolistas que el cuerpo técnico considera requiere la plantilla. Carneiro ya llegó y aún así siguen faltando piezas para este rompecabezas, en concreto un defensor central que fortalezca una zaga que hace agua desde la marcha de Pablo Aguilar y un lateral izquierdo que pueda suplir a Mayorga.
La penúltima vez que me senté a escribir para este espacio les manifesté que no era tiempo aún de linchar Ordiales, sin embargo el paso de las semanas nos reveló la situación precaria del club en materia de contrataciones. No llegaron futbolistas en el tiempo que Víctor Velázquez señaló y aquellas transferencias por las que apostaron, en específico la de Bruno Méndez, resultaron ser un dolor de cabeza en sus gestiones por llevarlos a La Noria.
Considero que se perdió demasiado tiempo intentando firmar al jugador del Corinthians en lo que de antemano se podría haber vislumbrado como una operación predestinada al fracaso en época donde el club pretende dejar de invertir cantidades exhorbitantes en la adquisición de nuevos integrantes.
Ante esta situación no es de extrañar que la afición cementera celebre la marcha de su Director Deportivo a la estructura de la Federación Mexicana de Futbol, en concreto a las selecciones nacionales. Sinceramente desconozco cuáles son los méritos para que Ordiales llegue a dicho encargo pero tampoco me angustia saberlo ya que, como escribí en este blog hace unos meses, dejé de sentir simpatía o apego por la Selección Mexicana de Futbol.
Quizás sea una buena noticia para Cruz Azul cambiar de mando después de un verano con pocas luces y muchas penumbras a nivel organizacional, pero tampoco es pertinente echar las campanas al vuelo ya que se desconoce quién tomará las riendas de este equipo y que decisiones se habrán de tomar estos días. ¿Giménez se marchará al Feyenoord? ¿Contarán con Morales? ¿Llegará o no Escoboza? ¿Será Ramiro Funes Mori el central que llegue o seguirá la dirigencia deambulando por el desierto las siguientes semanas en busca de un central?
Mientras tanto queda esperar que ante Puebla no se repita el papelón que sucedió frente a Pachuca y sobretodo que Ordiales cumpla de una buena vez con sus tareas antes de su partida.
