Entiendo el sentir de la afición cruzazulina en las últimas semanas por la gestión en el plano deportivo que viene haciendo Jaime Ordiales. Parece que hay inmovilidad por parte del directivo para concretar las transferencias necesarias para apuntalar el plantel de cara al nuevo torneo. Después de ver a equipos como Toluca armarse hasta los dientes y tener prácticamente un 11 inicial nuevo, uno piensa ¿Qué está pasando en La Noria que no se mueven para cerrar contrataciones como esas?

A ello se suma el desencuentro o desilusión por la hipotética llegada de Cabecita Rodríguez al América. De acuerdo con algunos periodistas que cubren la actualidad del club, la dirigencia descartó al uruguayo porque la posición que juega el héroe de la novena ya está ocupada. Algunos se preguntarán ¿Estás buscando a un delantero y Cabecita está disponible, por qué no vas por él? Parece un cuestionamiento justo ante la calentura de ver que uno de los últimos referentes se marchará a tu rival, pero me propongo hacer una pausa en el enojo y poner sobre la mesa algunos puntos a considerar.

Primero quiero señalar que cuando Jonathan Rodríguez partió hacia Arabia Saudita, la dirigencia, entonces encabezada por Álvaro Dávila, se puso en marcha para encontrar un sustituto. Sonaron varios nombres como Cristian Pavón y el elegido Ángel Romero. El paraguayo ha dejado buenas sensaciones ataviado de cementero y según reportes de diversos periodistas se negociará su renovación en los próximos días. Este hecho da la razón a Ordiales y compañía, ya se tiene a alguien ocupando el lugar de Cabecita.

Diego Aguirre, nuevo maquinista, conoce a Jonathan e incluso lo llegó a solicitar como refuerzo cuando dirigió al Inter de Porto Alegre. Ambos tienen pasado carbonero y si bien no coincidieron en el equipo manya, Cabecita es del agrado del entrenador. Este hecho facilitaría a priori el regreso del delantero, pero si está descartado de antemano, uno supone que es porque se tienen razones de sobra para que sea esto así.

El DT se está familiarizando con la plantilla y sus conclusiones hasta el momento indican que el equipo requiere un lateral izquierdo, defensa central, un medio y un 9, según lo reportado por la prensa; entonces la valoración de este verano deberá hacerse, primero, si se arma el equipo de acuerdo con lo diagnosticado, en segunda instancia si las gestiones se realizaron en tiempo y forma. Los juicios sobre el rendimiento de plantilla y DT, sobretodo de los refuerzos, se deberán hacer una vez concluído el torneo.

Un punto que invita al optimismo, aunque en cantidad mínima, es la labor que se realizó este mercado de transferencias con el equipo femenil. Se presentaron siete incorporaciones al unísono para paliar las nueve bajas que se tenían. Esto recuerda lo que aconteció al inicio de la gestión de Ricardo Peláez, cuando súbitamente llegó la renovación de la plantilla que terminaría llegando a la final en el Apertura 2018. He de suponer que ahora, con el equipo varonil habrán de hacer un trabajo similar, eso sí, de acuerdo con las necesidades expuestas.

Una de las razones para la frustración cruzazulina de estas semanas, por lo que leo de la afición cementera en Twitter (sé que no es un parámetro infalible, pero da una idea de lo que se puede pensar), es que se considera que Jaime Ordiales no hará una labor de reclutamiento tan buena como la de su antecesor. Se extraña y respeta la administración de Álvaro Dávila, en tanto la del actual directivo es rechazada con contundencia por las contrataciones hechas en cada una. La experiencia nos indica que ni una es perfecta en esa materia y la otra no fue del todo catastrófica.

El trabajo de Álvaro Dávila dejó un buen recuerdo por algunas de sus incorporaciones: Charly Rodríguez, Uriel Antuna, Erik Lira. Otros como Christian Tabó o Iván Morales todavía pueden demostrar algo a pesar de su mal primer semestre. En cambio Rómulo Otero o Luis Ángel Mendoza no han corrido con la misma suerte, ya sea por falta de minutos o bajo nivel, esto lo dejo a juicio del lector.

En contraparte la de Ordiales en su primera etapa no tiene nombres tan bien recordados: Lucas Passerini, Pablo Ceppelini, Jonathan Borja y Alex Castro. En su descargo podemos sostener que la pandemia se atravesó cuando este proyecto iba en buen camino y los futbolistas antes mencionados poco pudieron mostrar, con excepción de Passerini quien en su regreso no convenció al entrenador ni a la afición. Sin embargo en esta gestión arribaron dos elementos fundamentales para Cruz Azul en sus recientes éxitos: Luis Romo e Ignacio Rivero.

Hay que agregar otro factor a la ecuación de la actualidad celeste. Víctor Manuel Velázquez necesita legitimidad como cabeza de Cruz Azul, tanto a nivel cooperativa como club deportivo, y esta deberá llegar de la mano de una gestión ordenada, transparente y sobretodo fructífera, con resultados positivos en lo deportivo y para ello requiere una planeación deportiva acorde con esos requerimientos. Es decir, si alguien tiene urgencia más que nadie por que este barco llegue a buen puerto es el propio Velázquez.

Cabe señalar que las confrontaciones de carácter administrativo siguen latentes en Cruz Azul y las actuales cabezas tienen que atender dos frentes, el de velar por los intereses de los socios cooperativistas y el gestionar un club de futbol. De este hecho se deriva que haya un cambio en la razón social del club y del escudo, hecho en apariencia mundano pero muy revelador sobre lo que está en juego, la propiedad sobre la identidad del equipo y su registro ante la FMF.

Me encantaría tener acceso a las fuentes que revelan lo que acontece al interior de La Noria, o mejor aún el acceder a los dirigentes para entrevistarlos de manera puntual sin salamerías y sin sensacionalismos ni juicios sumarios, lamentablemente no estoy ejerciendo el periodismo en esa índole y solo me queda tratar de inferir qué es lo que sucede de acuerdo con la información que dispongo, que es la publicada por los reporteros.

Quiero precisar que no estoy ejerciendo defensa alguna de la gestión Velázquez-Ordiales y que incluso el despido o renuncia de Álvaro Dávila y sus colaboradores me parece un error muy grande, pero prefiero no ser impulsivo para molestarme con anticipación y estando casi a ciegas sobre lo que está pasando dentro de La Noria. Sé que hay disgusto, pero los invito a ser más racionales y analizar con cabeza fría lo que está aconteciendo con La Máquina. Si hemos de enojarnos, ya habrá tiempo y razones para hacerlo.