De acuerdo con diversos periodistas que cubren el acontecer de Cruz Azul, llegó el día despedirnos de Juan Reynoso. La victoria en Nuevo León no bastó y a pesar de ver a un equipo valiente, la escasez de puntería pone punto final al andar cementero en el Clausura 2022. El último partido de la era Reynoso fue lo que los aficionados azules esperaron de su club todo el torneo, y aún así resulto insuficiente, ahora la reflexión debe ir sobre la marcha del entrenador de la novena.
Mi valoración sobre el lugar que ocupa el peruano en el club es la de ídolo, no solo campeonó como jugador en Liga, Copa, Concacaf, sino que lo considero el mejor central de la historia del equipo por detrás de Alberto Quintano, aún así será más recordado aún, sobretodo por los cementeros más jóvenes, por ser el sacerdote inca que realizó el exorcismo de ese fantasma que habitó dentro de la Noria entre 1997 y 2021.
Fue difícil la llegada de Juan al equipo cementero en esta etapa, la catástrofe de C.U. aquella noche de diciembre de 2020 dejó una plantilla que si bien se mantenía competitiva, venía de un mazazo anímico difícil de revertir, sin embargo Reynoso lo consiguió de una forma increíble, consagrando al mejor campeón de la historia de los torneos cortos, así sin eufemismos.
El primer semestre de 2021 vivimos en una nube, observamos a un equipo que victoria a victoria consagró un torneo inolvidable en cuanto a registros y sobretodo a nivel emocional, aquel domigo 30 de mayo fuimos distintos a lo que la narrativa mediática dictaba, pero sobretodo nuestro pasado reciente.
No obstante a partir de ahí nos bajamos del éxtasis y regresamos al ritual de los tropiezos recurrentes. Cruz Azul desde mediados de 2021 regresó a ser un equipo que desperdiciaba ventajas en los últimos instantes de los partidos pero lo que pareció enfurecer más a la afición celeste es que su escuadra se aparentó ser poco ambiciosa táctimanete y a quien achacan eso es al entrenador.
Los resultados del último año lapidan a Reynoso, pero más aún el rendimiento del equipo, tanto en situaciones favorables como adversas. En las primeras se relajaba u otorgaba la iniciativa al rival, en las segundas no supo sobreponerse. Bajo el mando del peruano Cruz Azul no ganó un solo partido que haya iniciado perdiendo y en contraparte perdió la ventaja en 11 cotejos en los que tenía la ventaja.
A ello hay que sumarle que solo pudo remontar una sola eliminatoria a doble partido donde inició perdiendo el primer juego (ante Toluca) y no pudo revertir el marcador en tres de ellas. Y no hay que confundirse, la derrota es una probabilidad en el futbol, sin embargo las percepciones de cómo se gana, como se empata o como se pierde, importan. El Cruz Azul de Juan Reynoso durante sus dos últimos torneos dió la sensación de ser un equipo tirado a la hamaca una vez conseguida la ventaja en el marcador.
Si los funcionamientos del último año hubieran sido más parecidos a lo que se vió ante Tigres el domingo pasado, la relación de la afición azul con la figura de Reynoso sería distinta, sin embargo esto no ocurrió de esta manera.
Esta despedida no debe estar exenta del máximo reconocimiento al hombre que agarró una papa caliente y nos llevó a la gloria de nuevo, los Campos Elíseos de este club tienen un lugar apartado en la posteridad para Juan. No queda más que despedirse de él diciendo en quechua ¡Tupananchikkama, Juan! Gracias por todo.
