En la primera hoja de cada volumen de su biblioteca personal, mi padre escribía a mano una frase a manera de ex-libris, «Si tú haces lo posible, Dios hará lo imposible» dice esa cita que identifica como de su propiedad aquellos ejemplares. La situación actual del Cruz Azul de Reynoso me ha recordado ese pensamiento plasmado en aquellos libros porque ha dejado de hacer su chamba y por ende un milagro en San Nicolás de los Garza se ve, además de improbable, imposible.

La anecdótica racha de ocho años sin perder en el Universitario de N.L. no acompaña el pesimismo que se vive en las últimas semanas como seguidor del club de La Noria. Un equipo que no patea al arco rival durante los primeros 45 minutos de una eliminatoria, jugando de local, no está en nivel de competir por un torneo.

La estrategia del Cabezón Reynoso, desde que llegó hace casi año y medio al banquillo azul, ha sido adelantarse en el marcador y liquidar al contragolpe, si no te acercas a la portería rival esa estrategia no lleva a nada y fue lo que aconteció el jueves en el estadio Azteca. A ello hay que agregar que defensivamente este equipo está mermado, hace un año Aguilar y Domínguez parecían los Cannavaro y Nesta del 2006, hoy sin Pablo la zaga celeste hace mucha agua, aún con el aceptable nivel de Luis Abram.

Si bien el gol de los visitantes fue circunstancial por un error casi chusco de Aldrete, la defensa había mostrado ser vulnerable en un par de jugadas previas, la primera un balón que Domínguez le regaló a Gignac y que Jurado resolvió de manera sublime. La segunda un disparo de media distancia que el propio guardamenta rechazó al centro del área y que después solventó arriesgando el físico recibiendo un golpe accidental de Vigón en la cabeza.

En la conferencia de prensa posterior al juego, el entrenador azul señaló que jugando como en el segundo tiempo había posibilidades de revertir el marcador allá en el Volcán. Para infortunio nuestro, esta escuadra no tiene entre sus virtudes principales el sobreponerse a la adversidad, por el contrario, deja que los momentos límite la ahoguen en ansiedad y nerviosismo.

A menos que Cruz Azul encuentre en 90 minutos la eficiencia ofensiva y solidez defensiva que no ha tenido desde hace dos meses, estaremos ante los últimos instantes de Juan Máximo Reynoso como estratega del equipo de la clase trabajadora, esto último son solo mis impresiones.

Este equipo solo ha podido dar vuelta a la eliminatoria de cuartos de final del Clausura 2021 ante Toluca, con la ventaja de cerrar con localía, habiendo llevado un gol de visitante al Azteca, y con el handicap a favor de una mejor posición en la clasificación de la liga. Ahora no hay nada de esto, no hay localía para la vuelta, no hay mejor posición en la tabla, no hay un Cabecita Rodríguez en estado de gracia y no hay una inercia que permita alimentar la esperanza.

Cruz Azul necesita un imposible para avanzar a semifinales y prolongar el proyecto Reynoso, pero no ocurrirá mientras no se haga lo posible. Quiero equivocarme, pero estamos llegando al ocaso del equipo cementero en el Clausura 2022.