Recién terminada la Semana Santa me dispongo a narrar qué es lo que suelo hacer cada año en esos días. Veo El Padrino de Francis Ford Coppola, llevo haciéndolo más de 10 años, no sé con precisión cuántos pero si sé que ya son muchos.

Hago esto porque la primera ocasión que vi la trilogía inspirada en la obra literaria de Mario Puzo, tanto los paisajes sicilianos como algunas tradiciones isleñas retratadas en la pantalla, me recordaron partes de la Tierra Caliente de Michoacán, sitio donde mi madre me envió varias veces de vacaciones precisamente en Semana Santa para quedarme con su familia siendo niño.

Esos cerros de tierra rojiza adornada con el verde de la vegetación de las inmediaciones de Corleone me trajeron a la mente los que yo conocía del occidente mexicano, donde al igual que los personajes de la cinta, también asistí a bodas, funerales, etc.

 Ver a un joven Vito Corleone (Robert De Niro) regresar como adulto a la tierra que lo obligó a huir siendo un infante, o al propio Michael Corleone (Al Pacino) refugiarse (y enamorarse) en la tierra de su padre me traía a la mente todas esas ocasiones en las que yo terminé en el lugar que vio crecer a mi madre y que ahora son como un recuerdo de primavera que me llega conforme la Pascua se acerca.

Jueves Santo me dedico a ver la II, Viernes Santo a la primera parte y el Sábado de Gloria cierro con la tercera. Lo hago en ese orden porque me gusta comenzar viendo el origen de Vito en Corleone, su posterior huida y el desembarco en Nueva York. 

Y dado que es una tradición muy hecha que tengo, me doy por tarea compartir cuál es la lectura de la saga cinematográfica (como conjunto) que más he visto en la vida.

En términos estrictos podemos decir que son películas de mafiosos donde se abordan temas como la paternidad, la hermandad, el sentido de pertenencia, etc. Yo las veo como una metáfora del sueño americano.

La trilogía inicia con un plano oscuro y la primera frase sentencia todo lo que nos presentará no solo la película, sino la trilogía: «Yo creo en América». Son palabras de Bonasera (Salvatore Corsitto) quien afirma ser un devoto del estilo de vida norteamericano y que sin embargo está recurriendo a Vito Corleone (Marlon Brando) en búsqueda de venganza por el brutal ataque que ha sufrido su hija.

Este primer intercambio de opiniones y favores entre el embalsamador y el jefe de la familia criminal pone de manifiesto las diferencias entre la resolución de conflictos habitual del sur de Italia y aquella presente en los Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Nos encontramos a lo largo de la trama con los conflictos que derivan de ese anhelo de aceptación por parte de los Corleone, desde el deseo de Vito Corleone por que Michael consiga asumir un cargo público honorable que permita de algún modo exonerar a su apellido de la etiqueta criminal, hasta la búsqueda de este último por que su novia Kay (Diane Keaton) no lo relacione de forma alguna con el modus vivendi de su familia.

Cuando los intereses y la normalidad de la familia se ven tocados por el involucramiento de  personajes como Virgil Sollozzo (Al Lettieri) o las familias Barzini y Tattaglia los planes de la familia se ven trastornados, sin embargo la búsqueda de la aceptación a la vida norteamericana no cambia. 

Michael asume como jefe de los Corleone ante la muerte inesperada del heredero del cargo Sonny (James Caan), y a partir de ahí intentará volver legítima a su familia ingresando a otro tipo de negocios como el de los casinos y evolucionando a lo largo a lo largo de la trilogía hasta convertirse en un filántropo reconocido mundialmente.

Asimismo iremos encontrando el conflicto cada vez mayor entre las visiones anglosajona y latina del mundo encarnadas en el matrimonio Kay-Michael que previsiblemente llegaría a su fin ante esas diferencias sumadas a la paulatina conversión del jefe de la familia en un dictador.

La lucha por la inmersión en una sociedad y determinado estilo de vida es el hilo conductor de la saga, podemos concluir que El Padrino es una trilogía sobre el fenómeno de la migración visto desde el punto de vista de una familia del sur de Italia, contada en clave de películas de gángsters.