Advertencia: este texto no trata de cine.
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| Cartel publicitario de Her (Ella), película de Spike Jonze |
Pronombre, tercera persona del singular, femenino. Cuántas cosas no se han escrito en forma de versos, poemas, relatos o guiones acerca de esas aparentemente insignificantes cuatro letras. Dos vocales y una consonante que se duplica, y aún si le quitáramos en castellano esa letra repetida nos entrega «ela», que no es otra cosa más que su traducción al portugués.
Cuando pronunciamos esa palabra lo hacemos para nombrarla en su ausencia de la interlocución, si fuera la receptora directa del mensaje se convertiría en «tú», en «vos», en «you», pero dejaría de ser «ella». Está ahí donde nosotros aunque no la nombremos, es por ello que resulta maravillosa la incursión de la tercera persona en nuestras charlas, hace presente a quien no se encuentra.
Puede ser encarnada por diversas personas a lo largo de nuestras vidas. En la infancia era la niña a la que le regalas un chocolate, en la secundaria tu primer enamoramiento y en la adultez es la susodicha en turno con la aspiras a ser su «él», o su «ella» en caso de las relaciones lésbicas. También puede ser una humana ajena a cualquier intención erótica: madre, hermana, abuela, amiga, compañera, en esta ocasión nos quedamos con la primera categoría.
Cuando nos enamoramos, inflamos el pecho para que el aire no falte al momento de mencionarla: «De verdad no sabes, ELLA es maravillosa», comentamos a nuestros cómplices. Por su parte en el despecho también hacemos énfasis: «¿Por qué no puedo dejar de pensar en ELLA?» exclamamos con dolor después de una ruptura.
Ella puede ser la que es actualmente, la que fue, la que no fue, la que será, la que quiero que sea pero es imposible que acontezca. Los Rolling Stones nos dicen que es como un arcoiris, ilumina de colores el sitio donde se planta con su peinado cabello. Ataviada de azul emula al cielo o bien de oro a una reina que irradia la magnificencia de antaño (She’s a Rainbow). Por su parte unos años antes en Liverpool los Beatles nos habían dicho que es la que te ama (She loves You).
Gustavo Cerati con Soda Stereo la personificó de diversas formas, quizás las más populares son cuando durmió al calor de las masas (De Música Ligera), donde utilizó su cabeza como un revólver (Ella usó mi cabeza como un revólver) y la más perturbadora, la que descubrió que aquel amor es como un océano de fuego (Corazón Delator).
En México, la música de la calle también ha hecho repetida mención, como esa que cortesía de El Tri que la señala que existió solo en un sueño (Triste Canción). En lengua inglesa Charles Aznavour y Elvis Costello la evocaron 1974 y 1999 respectivamente a través de una pieza de Herbert Kretzmer que la vuelve caleidoscópica. Ya sea el rostro inolvidable, la bella y la bestia, la canción que canta el verano o cien cosas distintas; adquiere aquí su plena dimensión (She).
En Oasis, los Gallagher en voz de Liam, nos dirían que ella es eléctrica, electrizante mejor dicho, y pregunta si él también puede serlo (She’s Electric). Unos años después Noel cantaría que es amor (She is love) y Robbie Williams que es la indicada (She’s the One). Por su parte Bob Marley cuenta que es la culpable de que sus lágrimas empezaran a caer (There she goes) y en un compartido melancólico contexto Keane señala que no tiene tiempo (She has no time).
Imposible abarcar la cantidad de predicados que se han construido con ella como sujeto buscando relatarla, describirla, contarla, comprenderla. En cuatro párrafos cupieron 11 solo provenientes de canciones populares que tenía a la mano, la literatura y el cine tienen tantas otras como mentes y corazones humanos han existido; quizás la vida no alcance para describir a todas las ellas que hayan y estén por habitar en el tiempo.

