Solo una vez en mi vida me subido a una montaña rusa de gran tamaño, no soy muy adepto a los juegos mecánicos por lo tanto me abstengo de hacerlo, no obstante soy partidario de que la gente viva todo tipo de emociones en su vida y no vivan presa de la alienación y ceguera emocional. Que tengan su propia rollercoaster (malditos anglicismos) vital.
En el año 2003 yo no conocía a Muse aún, pero entonces el trío originario de Teignmouth había creado una poderosa herramienta de sube y baja emocional que casi una década después, y tras varias sesiones de obsesiva escucha, se convirtió en un juguete predilecto de mi espíritu, en mi propia montaña rusa. Absolution es el nombre de la obra en cuestión así como su tercer álbum de estudio.
Las distorsionadas guitarras de sus predecesores (Showbiz y Origin of Symmetry) así como los intensos sonidos de piano continúan aunque en este álbum empiezan a delinearse melodías más pulcras, no obstante sin abandonar la sobrecarga de ruido que caracteriza al grupo.
El disco abre con un intro que asemeja al golpeteo en el suelo de un pelotón en marcha hacia la batalla, o bien a los tambores de una banda de guerra que preparan a sus soldados para el combate. De pronto hace su aparición Apocalypse Please, que arranca con la estridencia del piano cortesía de Matthew Bellamy así como su voz suplicante que declara que el fin del mundo ha llegado. La batería sigue el ritmo de los tambores de guerra de la obertura y nos pintan un paisaje gris cargado de municiones auditivas.
A continuación Time is Running Out aparece como antítesis de su predecesora ya que la beligerancia sonora se disipa y su lugar lo toma una línea de bajo que derrocha sensualidad. Irrumpe en escena la voz de Bellamy que sigue esa desfachatez excepto en el coro, donde explota. Una melodía contenida que entra y sale del éxtasis continuamente hizo de este tema uno de los predilectos por la audiencia en los recitales.
El tema que da nombre al álbum hace su aparición, Sing for Absolution. Las guitarras toman un papel secundario y el piano lleva de la mano a la pieza de principio a fin. Vocalmente se vuelve más aguda y solo hasta el último tercio de la canción el piano pasa de ser la estrella a un coprotagonista. La guitarra después adquiere notoriedad en Stockholm Syndrome con el apoyo de un ritmo de batería que involucra en su mayor parte golpes de tambor (toms) que la media de las canciones de rock y pop contemporáneas ignora. La agudeza de la voz sigue siendo la marca de la casa.
Posterior a esta enérgica pieza nos encontramos con la dualidad más interesante del álbum, en primer lugar ingresa a escena Falling Away With You, canción más melancólica del disco y una de las que más abrazan ese sentimiento en la trayectoria de la banda. Es la búsqueda de un pasado que simplemente ya no está ahí, es el punto más oscuro de Absolution. Finaliza e ininterrumpidamente un interludio hace presencia para dar paso a su contraparte, el punto más alto, Hysteria. De la caída más pronunciada ahora nos encontramos en la cima del disco que a su vez alcanzará su clímax en el solo de guitarra. El título que nombra esta pieza no podría ser más adecuado.
Una vez acabado el éxtasis volvemos a colocar los pies en la tierra con Blackout, que arrulla al escucha con su acompañamiento de cuerdas y sentida presencia vocal. Otro de los picos aparece y es Butterflies and Hurricanes que entra como una sacudida que invita a tomar las riendas de nuestro destino; al igual que en piezas de Muse como Space Dementia, la influencia del pianista ruso Sergej Rachmaninoff es inocultable.
El último tercio del disco tiene diversos protagonistas intercalados. Por un lado están la guitarra y la intensidad en The Small Print y Thoughts of a Dying Atheist, esta última es el grito desesperado de un moribundo hombre ante la cercanía del final de su vida.
Endlessly y Ruled by Secrecy sustituyen las cuerdas por las teclas y la calma toma el protagonismo que pasa a ser el cierre de una obra cargada de altibajos melódicos y armónicos que concentran todo tipo de emociones y vivencias. Cada nota, cada frase y cada acorde de Absolution están correctamente colocados para hacer de esta obra una montaña rusa a la que vale subirse las veces que sea necesario a sentir el vértigo.