El futbol es como la vida porque pertenece a esta. Hay dentro de él alegrías, desencanto, trampa, inteligencia, fanatismo y todos los sustantivos imaginables. Al igual que en nuestro día a día, en el rectángulo verde hay diversas formas de alcanzar la victoria.
En la vida hay personas de muy diverso origen que comparten el hecho de poseer mucho dinero, no obstante las formas en que cada uno de ellos lograron obtenerlo son las que dictaminan su valía. No es lo mismo hacerse millonario volviéndose narcotraficante, sicario o tratante de personas que abriendo un negocio lícito y cuyas actividades quepan en el marco legal, o bien trabajando para alguien más que cumpla a rajatabla (en medida de lo posible) con el pacto social.
La primera vía es perversa, significa pasar sobre todo o sobre todos con afán de conseguir un objetivo. Al final, el costo social de esa manera de sobrevivir es altísimo y termina generando más problemas que los que pretende resolver.
Las segunda y tercera son muchas veces más lentas, y en no pocas ocasiones exentas de injusticias, pero terminan entregando a quien las vive tranquilidad en la conciencia (o espíritu, alma o como se le pretenda llamar). Esta última es en el futbol el Bielsismo.
Marcelo Alberto Bielsa nació el 21 de julio de 1955 en la ciudad argentina de Rosario. Es exfutbolista, entrenador y profesor de educación física; en el medio se le conoce como El loco. Su trayectoria está íntimamente ligada a un club de su tierra natal: Newell’s Old Boys.
Además de dirigir clubes y selección de su país, también ha entrenado equipos en México, España, Francia, Inglaterra y a la selección nacional de Chile. En ninguna de sus apariciones en siete países de dos continentes su presencia y trabajo han resultado indiferentes.
En su paso por el Atlas estructuró la cantera más exitosa y fructífera de la década de los 90 del futbol mexicano. No es casualidad que tras sus huellas hayan destacado futbolistas como Rafael Márquez, Jared Borgetti, Oswaldo Sánchez y Pável Pardo, quienes fueron la columna vertebral del Tri una década después en Copa Confederaciones 2005 y la Copa Mundial de la FIFA 2006 dirigidos por Ricardo Lavolpe. Aquella selección, en especial la del 2005, es recordada por su atractivo juego ofensivo que no palideció ante tres campeones del mundo (Alemania, Argentina y Brasil).
En España, en su trayecto por Bilbao, llevó al Athletic a la final de la Europa League y Copa del Rey. Es un logro no menor en la modernidad del futbol hambriento de dinero para alcanzar trofeos. Estos resultados sobresalen tomando en cuenta que Los leones son un equipo cuya tradición lo obliga a solo jugar con futbolistas relacionados con el País Vasco y Navarra; se plantó por todo un continente a ejecutar un juego agradable a la tribuna y recordó a la afición bilbaína que la estirpe de su camiseta todavía tiene cabida en un futbol sobremonetizado.
En Marsella firmó una primera ronda a paso de campeón pero en la segunda mitad de la temporada su equipo no soportó el ritmo de sus competidores, en especial del multimillonario Paris Saint-Germain, y terminó con las manos vacías. El Loco dimitió cuando la dirigencia del equipo marsellés pretendió reducirle el sueldo. Por su parte, de Lille fue despedido tras realizar un viaje relámpago a Chile para visitar a un viejo colaborador suyo enfermo de cáncer.
En el futbol actual se puede ganar o perder, y el potencial financiero de los equipos muchas veces los predispone a alcanzar el éxito, pero se puede aspirar a él sin llegar a los títulos y sin aspirar a ganar no importando los medios.
A nivel cancha el Bielsismo apuesta a una idea clara de posesión de balón y ataque, ir siempre al frente, con esa intención se sale a la cancha y se gana o se pierde, se mata o se muere. No obstante, la valía de este pensamiento radica en la categorización del Cómo (se gana) por encima del Qué (se gana) como agente primordial del juego.
En abril pasado su club, el Leeds United, enfrentó al Aston Villa y marcó un gol al minuto 71  precedido por una jugada donde un rival estaba tendido en el campo lesionado y en la que su equipo no cumplió con el juego limpio y continuó rodando el balón impidiendo que el futbolista lastimado pudiera ser atendido o se recuperara del incidente.
En una decisión consecuente con su idea de que no se puede ganar a cualquier precio, Bielsa ordenó a sus futbolistas que se dejaran meter un gol por el cuadro de la ciudad Birmingham para emparejar las circunstancias. Entonces el mundo del futbol por completo empezó a debatir sobre lo correcto o incorrecto de la decisión del rosarino.
El reglamento no señala que el Leeds hubiera tenido que dejarse meter un gol por no cumplir con el fair play, no obstante, El loco tomó partido por la justicia, la competitividad y la pulcritud en un juego que muchas veces es disputado con más trampas que caballerosidad. Ninguna norma obligaba a Bielsa a ordenar dejarse meter gol, pero la ética prevaleció y dio una lección al mundo de que se puede hacer lo correcto sin apegarse a las leyes pero tampoco violándolas.
El Bielsismo es eso, aspirar a ganar sin que el fin justifique los medios. Ojalá en el mundo y en cualquier aspecto de la vida tuviéramos más personajes como Marcelo.