Tengo la mala fortuna de poseer una buena memoria, me acuerdo de cosas que mucha gente ignora pasado algún tiempo. Mi memoria útil o de corto plazo tiene algunas deficiencias, esa me falla constantemente, la otra anda como si fuera un Maserati.
Pienso que es un infortunio poseer lo que en apariencia es una buena cualidad porque de algún modo ese esfuerzo, muchas veces involuntario, por conservar algo en tu mente no es correspondido. Cuando niño me sabía nombres y apellidos completos de todos mis compañeros de clase, me resultaba fácil memorizarlos, los años pasaron y terminé por olvidarlos porque no hubo necesidad de retenerlos.
En cambio, conservo casi intactos muchos momentos de carácter social que pienso era cortesía mía retenerlos para sacarlos a la luz del lenguaje si alguna situación lo ameritaba. Yo le pregunto a usted ¿Qué recuerda del 21 de agosto de 2009?, quizás la respuesta sea “nada”, o “nada en concreto”.
La excepción sería que usted tenga un recuerdo más o menos nítido de aquel día si aconteció en su vida un hecho determinante. Una boda, un funeral, un nacimiento, un bautizo, una graduación, un accidente, etc. Yo le puedo contar que ese día después de clases fui con nueve compañeros de mi salón y muchos otros estudiantes de mi escuela a una cantina.
Ese día no tuvo nada extraordinario, no significó nada en mi vida, fue una salida de tantas en mi existencia, pero la recuerdo. De mis nueve compañeros de clase, 6 se sentaron en mi misma mesa, B*******, A*****, R******, M****, M****, K**** y M********; otros dos, A****** y C**** se fueron a la del otro grupo de mi generación. Cabe señalar que al día de hoy me sé los nombres completos de todos ellos.
Aquella tarde pedimos cervezas y además yo me tomé una cuba libre preparada con Bacardí blanco. En la rocola puse Aquíde La Ley y Traffic de Tiësto, tenía ganas de nostalgia noventera y de principios de los 2000 así que escogí esos temas. Mientras buscaba canciones, C****, con la conciencia “etilizada”, se acercó a pedir una ranchera. Recuerdo cuál puso y quién la cantaba, pero me abstendré de detallar acciones que no tengan que ver conmigo por respeto a la privacidad de cada quien. M**** por su parte me señaló que había un disco con cánticos de los Libres y Lokos (barra de Tigres) y quería que yo pusiera uno, pero era obvio que no lo haría, y no lo hice.
Mientras sonaba la pieza de Tiësto una chica de nombre A****** pasó al lado mío bailando el Trance que había puesto y eso me hacía sentir satisfecho. A ella la había visto por primera vez la primavera anterior, pero los detalles de aquella ocasión son por ahora irrelevantes salvo el hecho que me encandiló a primera vista y recuerdo al día de hoy la vestimenta que llevaba y su nombre completo de ese primer encuentro.
Entre los temas de conversación que florecieron aquella tarde de agosto están la música y tanto K**** como M******** nos preguntaron a M****, a M**** y mí quién nos parecía atractiva del salón; entre otros nombres los tres coincidimos en que K**** y ella agradeció y se sonrojó un poco.
B******* desaprobó con cierta dosis de sarcasmo el que hubiera puesto una canción de La Ley, a mí me importó un rábano su juicio sobre mi música para aderezar un ambiente festivo. Por su parte K**** y M******** se fueron antes que los demás. Al finalizar estuve platicando con un par de sujetos de otra generación sobre música y mi “mal gusto” por beber Bacardí, todo esto a las puertas del establecimiento, que por cierto, recuerdo como se llama y sigue estando allí 10 años después.
Podría ir usted con cualquiera de los involucrados que menciono en este relato y alguno le proporcionaría un par de ínfimos detalles, estoy convencido de que nadie le dará tantos como yo. El mismo ejercicio le podría yo invitar a hacer con las fechas del 4 y 5 de septiembre de 2009 ¿Qué hizo?, ¿a quién vio?, ¿dónde fue?, etc. Yo le puedo comentar con cierta precisión a dónde fui, cómo, con quienes, qué hice, qué hicieron ellos y a qué fuimos.
Le escribo esto porque a propósito de ese 5 de septiembre, recientemente tuve comunicación con alguien a quien conocí ese día con un motivo en común, de los detalles que le puedo dar son que entre otras cosas comimos en el Taco Inn de Plaza Loreto y compré 4 discos en el Mix-Up de ese mismo centro comercial (Fuerza Natural de Gustavo Cerati, Wait for Me de Moby, Tri-State de Above & Beyond y Why Try Harder de Fatboy Slim).
Le puedo dar idea de algunos temas sobre los que charlamos, quiénes estaban con nosotros, algunas cosas que dijeron y detalles de mi vestimenta. Le puedo también contar que la comunicación con esta persona continuó por Messenger (de Microsoft, no de Facebook) después de aquel día y que hasta hubo sugerencias de mi parte sobre su futuro profesional e increíblemente él terminó andando el camino universitario que le había recomendado.
Un par de años más tarde, charlando por el mismo medio, ayudé a que esta persona ingresara a hacer prácticas profesionales al portal de internet donde yo lo estaba haciendo y terminamos inclusive yendo juntos a cubrir eventos del área de cultura y espectáculos. Asimismo él, llamado O**** (y de quien recuerdo también su nombre completo), se volvió de alguna forma mi editor ya que pulía los textos que yo escribía.
Hace unos días hice un comentario en su página de Facebook sobre aquello acontecido el 5 de septiembre de 2009, a propósito de una foto que publicó con motivo de esa fecha, esperando una remembranza cómplice de aquél día, no obstante él ya no se acordó de mí.
Lo mismo me sucedió hace unos meses. Conocí a una chica de nombre D****** el sábado 28 de Febrero de 2015 en la calle Madero, Centro Histórico de la Ciudad de México. Íbamos mi amigo I*** y yo saliendo de un bar bastante ebrios después de beber varias cervezas y algunos Jack Daniel’s con Coca-Cola cuando nos encontramos a un par de chicas que estaban vendiendo abrazos (literalmente) sobre la calle.
En mi ebriedad me animé a preguntarles si pertenecían a cierto curso de superación personal o coaching donde entre otras cosas tienen que juntar dinero para beneficencia y entre sus tácticas para hacerlo se incluye el vender abrazos. Me contestaron que sí y los abrazos ni mi amigo ni yo los pagamos, gracias a la bebida nos desinhibimos para evitar soltar dinero por algo tan efímero.
Al siguiente lunes me las encontré por casualidad en las oficinas de su curso cerca de Polanco y ellas estaban incrédulas de que las viera allí, yo sinceramente no las recordaba físicamente. Quince días después me encontré a otra de ellas en un centro comercial sobre el Periférico y cercano a San Pedro de los Pinos donde platicando me pidió mi celular para guardar su número telefónico y se despidió dándome un beso en la mejilla.
Jamás le escribí y se me ocurrió hacerlo hasta 4 años después, preguntándole de forma absolutamente cauta y respetuosa si recordaba el suceso de Madero, obviamente lo había olvidado así como también que ella me había dado su teléfono y que se despidió besándome el cachete. Yo recuerdo ciertos detalles de qué llevaba en mano y sobre su atuendo de la última vez que la vi.
A veces la memoria de los demás resulta ingrata con uno, y tener una privilegiada no es más que una simple herramienta para soltar anécdotas y a la cual tampoco se le hace justicia.