Durante mi infancia cada que el Cruz Azul perdía y mis padres me veían triste o molesto con el resultado me repetían el mismo sermón: «no te apasiones tanto, no te aficiones tanto, no vale la pena hacerlo», entiendo su punto.
Un día le pregunté a mi padre a qué equipo le iba y me respondió que a los cinco clubes del entonces DF. En aquel tiempo jugaban Necaxa y Atlante en la capital además de Cruz Azul, América y Universidad.
Años después encontré pegada en su ropero una calcomanía con el escudo del Guadalajara y le pregunté si le iba a las Chivas. Me respondió que sí, pero había sido antes de mudarse a Zapopan para hacer su servicio social ya que quedó harto de cómo los tapatíos hablaban mal de los chilangos por cualquier cosa y sin la menor razón. El me argumentó que semejante animadversión era principalmente producto de la envidia.
Su padre biológico era beisbolero y el adoptivo gustaba del baloncesto hasta donde tengo entendido. Mi mamá por su parte nunca ha sido futbolera, sus padres no lo fueron y mi abuelo era más aficionado a la Charrería al igual que mis tíos, pero al ser michoacana ella dice que le va al Morelia.
Mis papás no son devotos de ningún club, de ahí su insistencia en que no me apegara yo a ninguno, no obstante los desobedecí como en tantas otras facetas de mi vida. Siempre me gustó el futbol y como tenía que extender mi afecto más allá del ámbito nacional empecé a tenerle afinidad a clubes de Europa y Sudamérica, así fueron apareciendo en mi vida Panathinaikos, Werder Bremen, Celtic y Fluminense; no obstante La Máquina Celeste es emblema de mi afición por este juego.
Ayer Cruz Azul volvió a perder la oportunidad de ser campeón, como ha ocurrido de 1998 a la fecha. ¿Qué hacen los aficionados de los equipos que no salen campeones regularmente? ¿Cómo se puede ser hincha en España de la Real Sociedad, Alavés, Zaragoza o Valladolid sabiendo que la liga la ganará el Real Madrid o el Barcelona?
Pienso que he encontrado la respuesta. Si una persona ve futbol y se aficiona a un equipo con el exclusivo fin de celebrar victorias está jodida. Sí, jodida. En un deporte donde solo gana uno ¿Qué nos queda a los demás? ¿Qué te queda cuando no ganas?
Mi postura es la siguiente, yo le voy a un club de futbol para sentirme vivo, para vivir la agonía y el éxtasis sin que mi vida se ponga en riesgo. Le voy a mi equipo para experimentar en carne propia las sensaciones que la cotidianidad muchas veces nos esconde. Soy cruzazulino esperando milagros que pocas veces se dan, pero suceden más a menudo que en otras facetas de la existencia.
En resumen, le voy a Cruz Azul porque con él mi vida es mejor.