Si alguien me preguntara, como a cierto gobernante, ¿cuáles son los tres libros que han marcado su vida?, no sabría que responder. La literatura es una de esas esferas de la cultura que nos presenta creaciones destinadas para impactar determinada etapa de nuestra existencia. Lo mismo aplica al cine, música, artes plásticas, etc. Definir cuatro o cinco discos predilectos simplemente resulta imposible.
No puedo escoger menos de 25, de nada serviría comunicar cuáles son sin explicar por qué los escogí, qué elementos tienen para ser hacerse con mi agrado y devoción. Ante todo soy fiel convencido de que toda opinión debe ser respaldada por una justificación, de lo contrario no vale la pena tomarla en cuenta.
No obstante la complejidad de esa tarea, no hay impedimento alguno para escribir sobre aquellas creaciones que satisfacen el alma del escucha. Compartir impresiones y crítica sobre cualquier expresión artística es parte del ciclo mismo de su legado. En ese sentido aquí me propongo hacer un repaso por los discos de una vida, la mía, aquellas piezas musicales que me han estremecido de forma intelectual o emotiva.
Valorar la obra de un músico resulta una actividad más enriquecedora cuando se toman parámetros, por ejemplo, de la crítica literaria. Se califica un libro a partir de su totalidad, no por algún capítulo aislado; lo mismo resulta para la música pop, preferible la valorización de discos y no de simples canciones sueltas.
Como condicionante para esta selección agrego que tuvieron que haber sido publicados coincidiendo con mi nacimiento y tránsito en la vida, es decir, desde aquel 13 de junio de mil novecientos y algo hasta el día de hoy. Empecemos.
Mama Said – Lenny Kravitz (1991)
Lenny Kravitz es un músico al que las críticas tradicionales norteamericana y mundial no le otorgan muchas luces, si bien no es un genio, tampoco es un producto plástico carente de sustancia, esencia o dotes musicales; por el contrario lo veo como un sujeto con demasiado talento. Kravitz es creador, no es un simple prestanombre que vocaliza las ideas de otros, esa es su más notoria fortaleza.
Su vida privada que incluye matrimonios con modelos, sexualidad radiante y abrumadora arriba de los escenarios y simpleza lírica lo han encasillado como un compositor y músico, de alguna manera, predecible o poco trascendente, no obstante el neoyorkino sabe hacer música y cuando se le pega la gana lo demuestra.
Mamma Said es un álbum que a través de las tardes y noches de mi vida se ha deslizado por mis oídos y cerebro al tiempo en que el Jack Daniel’s lo hacía por mi garganta. La razón es porque en sus casi cincuenta minutos de duración ocurren muchas cosas, como si de una película de Guy Ritchie o Guillermo Arriaga se tratara, en Mamma Said pasa de todo, obvio sin la dosis de realidad cruda o violencia que se aprecia en los filmes de estos cineastas.
Mamma Said es un paseo, no muy demandante aunque si plural, que recorre diversos paisajes sonoros formados por los géneros o estilos musicales que lo conforman. El primero en hacer su aparición es el rock en el movimiento inaugural del disco, Fields of Joy. Este cover sumerge en un nuevo contexto a la versión original realizada por The New York Rock Ensemble y transforma una tranquila pieza psicodélica de la mano del guitarrista Slash.
Lo que inicia como una pieza que coquetea con el folk deviene en guitarras y hace presente uno de los grandes dotes interpretativos de Kravitz, la versatilidad vocal que le permite mecerse de un lado a otro, de agudo a grave, de sensualidad a furia. El áspero sonido con guitarras a la vanguardia en la obertura del álbum prevalece también en Always on the Run y Stop Draggin’ Around.
Es a partir de la tercera canción que comienza el zigzagueo musical que enaltece al disco. Stand by my Woman abandona el rock y presenta una balada melosa que acaricia el soul y donde el piano junto a la batería son los grandes protagonistas de este capítulo, con un saxofón que se asoma por ahí.
Posteriormente llega It Ain´t Over ´Till It´s Over, el punto alto del disco en materia comercial y de popularidad. Una canción eminentemente setentera que recuerda el soul de Filadelfia. More than everythig in this world detiene esa celebración cálida y funky para mostrar de forma muy solemne, envolviendo en una atmósfera casi litúrgica, la declaración de un hombre que encara a una mujer y le hace saber que ella es lo que más anhela.
La oferta de formas musicales se amplía con el transcurso de Mamma Said y aparece el soul-jazz de la pícara What goes around comes around. The Difference is Why supone un retorno a las baladas junto a Flowers for Zoë y All I Ever Wanted. La travesía concluye con la desenchufada pero no por ello menos emotiva Butterfly.
Como se mencionó antes, Lenny Kravitz no es un derroche de grandilocuencia al momento de concebir letras (en realidad casi ningún músico pop lo es), sin embargo cuenta con hallazgos interesantes a lo largo del álbum, por ejemplo el contraste presente en la forma de reverenciar a su madre (con rebeldía en Always on the Run) y a su hija (con ternura en Flowers for Zoë) o la incredulidad e incertidumbre ante una situación que describe en What the … are we saying?, que se conjuga lúcidamente con la música y el desenlace psicodélico de la canción.
Desde una perspectiva de ejecución instrumental el disco tiene puntos enormemente rescatables como el saxofón jazz de What goes around comes around, las líneas de bajo con carácter que se presentan de principio a fin del álbum y las guitarras que en los dos primeros temas intepreta Slash, además de la ya mencionada versatilidad vocal de Lenny. Mamma Said no es un paseo demandante o cargado de momentos incómodos que inviten a cierta reflexión, es más bien una travesía disfrutable que sabe presentar diversas caras del lado agradable de la vida.

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