Para el psicoanalista y filósofo alemán Erich Fromm el amor es la respuesta del ser humano al problema de su existencia, y lo categoriza en distintos tipos: Materno, fraternal, a uno mismo, a Dios y erótico.


Este último es aquel que en las andanzas cotidianas reconocemos como «de pareja». La música popular de occidente recurre a éste más que a cualquier otro concepto para hacerlo su leitmotiv y las interpretaciones que se le otorgan son tan numerosas como las canciones grabadas desde la invención del fonógrafo.

Cada 14 de febrero, en diversos países, principalmente aquellos pertenecientes a este hemisferio cultural, celebran la variante erótica de este sentimiento enmarcado por el día de San Valentín, patrón de los enamorados, independientemente del mercantilismo que pudiera rodearlo, y habrá quien le reproche a la fecha esa condición.

El amor erótico de Fromm tiene la elasticidad suficiente para que cada persona pueda adoptar como propia alguna representación escondida en algún sitio de su discografía, o decidir cuál es la que se asemeja más a la que tiene en mente.

En 1963 las voces de Martha Reeves & The Vandellas describieron al enamoramiento como una «ola de calor», o llamarada interior que incendia el corazón (Heatwave). Esta canción fue escrita por la tercia de compositores y productores formada por Lamont Dozier, Brian y Eddie Holland. Posteriormente el tema sería versionado por diversos músicos, entre ellos Phil Collins (Going Back, 2010)

Una buena parte de la educación sentimental del mundo que creció al cobijo de la segunda mitad del siglo XX fue proporcionada por John Lennon y Paul McCartney. Fiel a su costumbre de repetir mensajes cual mantras, Lennon en 1967 con The Beatles ya le había dejado claro al mundo su idea sobre el amor, «es todo lo que necesitas» (All You Need is Love).
Tres años después, con guitarra en mano y acompañado por el piano de Phil Spector, sentenciaba que este sentimiento «es algo real, es tú y yo» (Love, John Lennon/Plastic Ono Band, 1970). Otro trienio después volvió a ser categórico en su postura, «es la respuesta… es una flor a la que hay que dejar crecer» (Mind Games, álbum homónimo, 1973).
Un fenómeno que retarda el paso del tiempo, un imán que atrae la felicidad a la vida de alguien que la había creído extraviada, eso es para Phil Collins. Concluye definiéndolo como algo inexpresable, ni la grandilocuencia del lenguaje puede describirlo. (This Must be Love, Face Value, 1981).
U2 cierra el mejor álbum de su carrera (Achtung Baby, 1991) con un brumoso paisaje musical que retrata al amor como un trozo frío de acero (Love is blindness), el tema hace referencia a una pareja que debe lidiar con el dolor que se ocasionan mutuamente.
Pulp por su parte lo etiqueta como una fuerza externa que lleva al que lo vive a la búsqueda de una satisfacción animal y que da sentido al encuentro entre dos personas, sin importar que se encuentren aislados del mundo. Lo contrapone a la idea del coqueteo socialmente deseable que se presenta en las comedias románticas (F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E., Different Class, 1995).
En el mundo hispanoparlante se presentan definiciones como la curiosa aventura interestelar que escribe Zoé. Para la banda de León Larregui el amor es producto de la casualidad durante un viaje a través del universo. Una avería mecánica desencadena una serie de acontecimientos no previstos y eso lo lleva a suceder (Love, Rocanlover, 2003).
En Argentina, Los Cafres le atribuyen propiedades más universales, semejantes a las propuestas por John Lennon, como único objeto de necesidad tanto de hombres como de mujeres. Para la banda bonaerense es el soporte que saca a flote todo lo que le rodea, en caso de falla, se derrumbará sin impedimento alguno (Si el amor se cae, ¿Quién da más?, 2004).
Según Noel Gallagher en su etapa con Oasis y Jamiroquai, encarna una persona concreta: «ella» (She is Love, Heathen Chemistry, 2002) y «tú» (You are my love, Traveling Without Moving, 1996). Liam, el otro Gallagher del grupo de Manchester, lo conceptualiza como un objeto, nada menos que una bomba que al momento de hacer explosión lleva a su mente a un estado extremo equiparable con la locura (Love like a bomb, Don’t believe the Thruth, 2005).

Una visión opuesta, por derrotista, la tiene Amy Winehouse. La británica aseguró que es una situación en la que no se puede ganar, una mano desfavorecedora en la mesa durante un juego de cartas (Love is a Losing Game, Back to Black, 2006). Sus desventuras románticas aderezadas con el consumo excesivo de alcohol y drogas se volvieron trasfondo de una canción con atmósfera profundamente melancólica.

También es visto como un juego por Daft Punk (The game of Love, Random Access Memories, 2013), pero a diferencia de Winehouse, el contrincante decide retirarse antes de infligir daño alguno.

Muse a lo largo de su trayectoria se ha declinado por tratar en sus canciones situaciones personales rodeadas por temas del interés del principal compositor del grupo, Matthew Bellamy, como lo pueden ser la sociología, política o psicología.

Para el músico originario de Cambridge, el amor erótico es el motivo que permitirá hacer frente a los embates de un enemigo en tiempos de persecución o guerra, después de todo, ambas son una extensión de la política (Resistance, The Resistance, 2009).

Aquellos que conmemoren San Valentín, pueden optar por buscar en cualquier disco, película o libro una definición que ilustre perfectamente su día; después de todo es parte de la respuesta humana a la interrogante sobre su existencia.